Merece la pena conocer Sushi21. Incluso para quien tenga aversión al pescado crudo pues hay opciones para todos los gustos: verduras y carnes a la plancha llamada teppanyaki, frituras… Incluso en el pescado crudo en este sushi-bar se permiten licencias maridando salmón, atún y demás pescados para darles un sabor más mediterráneo. Y naturalmente, para los puristas del sushi, este es su nuevo templo.

Local histórico

Antes que la comida realmente llama la atención la estética del establecimiento. Los comedores están en el sótano. Han sacado partido de unas paredes y estancias muy antiguas, de principios del siglo XVIII; la mezcla entre la historia y la modernidad del sushi, con profusión de budas en todos los rincones, sillones de color blanco y luces de colores, crean un ambiente pintoresco y cálido. Por la noche, los viernes y sábados es un lugar de peregrinaje para disfrutar de un gintonic o cualquier otro cócktail.

Pero hablemos de la comida. Probé diferentes recetas servidas en platos de diseño alargado que visten muy bien los bocados de diseño. El primer plato fue pez espada con sésamo de dos colores. También me dieron a probar los de salmón y atún marinados con eneldo, albahaca y cebollino según el caso. La impresión es de comer sushi, aunque el pescado tiene un sabor especial, que lo puede aceptar bien quien no sea amante del crudo. Una de las nuevas creaciones que tuve la suerte de probar fueron los uramakis de micuit de pato con mango, al que cubrieron con gulas.

Elegí un postre japonés, el llamado mochi, que consiste en una masa de arroz a la que se le da una forma redonda y aplanada y que se rellena de vainilla; aunque también hay opciones muy interesantes como los maki de mascarpone o los sorbetes de te verde o wasabi.

Para beber me decanté por el sake templado que pensé que sería lo más apropiado para una comida al estilo japonés.

Algunas fotos: