Restaurante chino que nos sorprende de entrada por su decoración que escapa de los tópicos a los que nos han acostumbrado este tipo de establecimientos. No hay esculturas de dragones, ni cuadros de aguas en movimiento, y los camareros no visten con kimono, sino con elegante camisa negra. En cambio, un sobrio comedor es el marco donde degustar la gastronomía china más tradicional. El cocinero y propietario de este negocio familiar es Wei Wen, rebautizado aquí como Javier y que es profesional de la cocina desde los trece años. Eso es ya una garantía de que sus recetas son de lo más auténticas.